Próximo al pueblo de Santa Eulalia de la Peña parte una estrecha pista asfaltada señalizada que asciende hasta el aparcamiento del Salto de Roldán, donde se inicia este corto pero aéreo recorrido. El sendero parte en dirección E hacia la visible atalaya que constituye la Peña de San Miguel. Bordeando por la base de la pared rocosa hacia la izquierda, se accede a unas clavijas de hierro, colocadas a modo de escalera. Encontramos dos tramos entre repisas, no siendo aptas para personas con vértigo o mala condición física. Máxima precaución si el terreno se encuentra mojado o coincidiendo con más personas, respetando siempre el orden de paso y cuidando de no arrojar piedras. Existen anclajes fijos para poder asegurar con cuerda estos tramos, para lo que deberemos prever material específico y conocer las maniobras básicas con cuerda. Una vez superados estos tramos se accede rápida y fácilmente a la Peña de San Miguel (1124 m), desde cuya amplia y llana cima se puede disfrutar de una espectacular panorámica a vista de pájaro sobre la Hoya de Huesca y la depresión del Ebro. El descenso se realiza por el mismo itinerario.
El Salto de Roldán está formado por dos enormes mallos de conglomerado, la Peña de San Miguel (1124 m), al oeste, y la Peña de Amán (1123 m), al este, entre las cuales serpentea encajonado el río Flumen, en el paraje conocido como las Palomeras. Estos farallones albergan una gran cantidad de buitres leonados, chovas y otras aves rupícolas. En la cima pueden apreciarse los restos de un torreón defensivo del S. XII.
Itinerario de media montaña con cierto nivel de exigencia, al requerir obligatoriamente realizar una trepada por clavijas que enlazan diferentes repisas. Aun siendo cortos, con escaso desnivel y baja dificultad, estos tramos resultan algo aéreos, por lo que deben superarse siempre con tranquilidad y aplomo, tanto a la subida como a la bajada. No es una excursión apta para personas con vértigo o en baja condición física.
Planifica la actividad, equipa tu mochila y actúa con prudencia.